jueves, 11 de diciembre de 2014

Mordaza producto del miedo

    Decía el cardenal Richelieu "dadme dos lineas escritas a puño y letra por el hombre más honrado, y encontraré en ellas motivo para hacerlo encarcelar". Ayer, día 10 de diciembre de este 2014 que termina, se celebraba el Día Internacional de los Derechos Humanos. Derechos vulnerados día sí día también por este nuestro Estado: devolución en caliente en la frontera de Melilla, privación mediante desahucios de una vivienda digna, la pobreza infantil, las tasas judiciales, las torturas todavía practicadas,.. son algunos ejemplos de por donde se pasan la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 nuestros gobernantes.

   Pero teníamos un arma. Podíamos salir libremente a protestar contra estas vejaciones. Podíamos filmar y fotografiar actuaciones policiales abusivas e ilegales para luego poder denunciarlas. Podíamos señalar con el dedo a quienes atentan contra la libertad del pueblo, a los patriotas con cuentas en Suiza, a quienes prometen creación de 3 millones y medio de puestos de trabajo y en 4 años lo único que han hecho ha sido destruirlo. Teníamos voz.

   Un día después del comentado "homenaje" a los Derechos Humanos, en el Congreso se aprueba la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida popularmente como Ley Mordaza, que, junto con la reforma del Código Penal, elimina por completo la poca libertad que nos quedaba. Dice el Gobierno que la Ley responde a la demanda creciente de la ciudadanía en torno a la inseguridad. Precisamente, y según el balance de 2014 realizado por el propio Ministerio de Interior, los delitos han disminuido en relación con años anteriores y, según el CIS, la seguridad ciudadana no es lo que más preocupa al pueblo español. Solamente el 1,4% frente al 77% del paro.

   Ante la multitud de concentraciones y manifestaciones, cada vez más y con más participación, la respuesta democrática de los chicos de Marianico es hacer oídos sordos a las peticiones del pueblo y hacerles callar. ¿Cómo? Impidiendo que éste pueda protestar. No voy a desglosar cada una de las medidas reflejadas en esta Ley, ya que sería demasiado largo para el lector y en cualquier sitio se puede consultar. Pero para que os hagáis una idea, a partir de ahora no será el juez quien imponga las sanciones (cada vez más duras), sino que éstas serán de ámbito administrativo y dejando mucho margen a la interpretación. Por ejemplo puedes ir comiendo una naranja y alguien decir que es un objeto arrojadizo, o que las baquetas de los músicos de la batukada puedan ser la excusa para disolver una manifestación al ser consideradas peligrosas por la policía. ¿Exagerado? Esperemos a las próximas concentraciones y comprobémoslo.

   Y, ¿por qué quieren imponernos este miedo? Pues muy sencillo. Porque primero les ha llegado a ellos. La PAH (paralizando desahucios), Mareas Blancas (retrasando la privatización de la Sanidad) o Yo Sí Sanidad Universal (que son trabajadores del Sistema Nacional de Salud que atienden a los inmigrantes con situación irregular a los que el Gobierno deniega atención sanitaria); son 3 ejemplos (hay muchos más) que, con sus éxitos, han conseguido ganar cada día más adeptos o, lo que es lo mismo, enemigos de los de arriba. El pueblo, poco a poco, se da cuenta que su voz manda y que los paros y movilizaciones consigue cumplir objetivos, los cuales van en contra de los intereses de los poderosos.

   Como decía la canción, el miedo ha cambiado de bando. Repito, es producto de este miedo por el que ahora quieren devolvérnoslo en forma de Ley Mordaza. Tenemos dos opciones: reprimirnos y volver a encerrarnos en casa o desobedecer y seguir con el ejemplo que nos dieron nuestros padres y abuelos pasando por encima de la Ley de Orden Público de 1959. Ellos (y no los Suárez, Juan Carlos, Fraga y compañía) fueron los que trajeron la libertad hace 4 décadas. En nuestra mano está si pretendemos recuperarla.

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