jueves, 29 de enero de 2015

Carta abierta a Mariano Rajoy

   Sr. Mariano Rajoy. Son tantas las cosas que desearía decirle en esta carta abierta que me es difícil saber por donde empezar.

   En los últimos días han aparecido dos vídeos-propaganda de su partido. En uno, titulado "Aún queda mucho por hacer", les veo a ustedes ejerciendo de tan malos actores como políticos, intentando engañar a la población (una vez más). Hablan del casi medio millón de parados menos que hay desde el año pasado, pero no de los más de tres puntos que ha subido la tasa de desempleo desde que llegaron al gobierno. Hablan también de los más de 400.000 afiliados a la seguridad social en 2014, pero no de la cifra de la población ocupada desde noviembre de 2011, que es de 1,2 millones menos. Hablan de las medidas contra la corrupción cuando cada día más militantes y cargos públicos peperos están imputados y condenados. Y me entra la risa cuando les oigo la palabra transparencia, después de que se haya demostrado que su partido, al igual que Ana Mato, se benefició de la financiación ilegal .

   El otro vídeo, Sr. Rajoy, es en el que se le ve a usted llamando a la puerta de las casas de sus ciudadanos (por cierto, no le he visto entrar nada más que en casas pudientes). Curiosa manera de mostrar que da la cara la persona que comparece ante la prensa a través de un plasma (y nunca permite preguntas). Me gustaría que viniera a mi casa a darme las gracias. Le invitaría a pasar con mucho gusto, nos tomaríamos un café y, mientras, le iría enseñando mis últimas nóminas de contratos de no más de 20 días seguidos. Le enseñaría la lista de mis amigos que ni siquiera tienen la suerte de tener mi supersueldo. Luego pasearíamos por el barrio, quizás ese día a Antonia la estén desahuciando de su casa junto a sus tres hijos. Le presentaría a mi amiga Marta, que ha tenido que elegir entre trabajar o cuidar a su madre con alzheimer, ya que el gobierno que usted preside le ha quitado su ayuda de dependencia. Iríamos a la puerta del supermercado cercano a mi hogar, donde esta Babar, subsahariano enfermo y asustado por un final quizás inminente debido a que en nuestra Seguridad Social le niega atención médica. Y es que, lo que para Vd. sólo son números, ésta es la verdadera realidad que vive su gente, Sr Rajoy.

   Es acertado el título del primer vídeo. Sí, "Aún queda mucho por hacer". Aunque un humilde servidor lo titularía "Queda todo por hacer". Y es que, Sr. Presidente del Gobierno, no han cumplido ni un solo punto del programa electoral por el que fueron elegidos para tomar las riendas de nuestro Estado. Me río de las cuentas públicas en orden cuando la deuda pública ha pasado de un 70% del PIB a un 96%. Leo en el programa medidas para una educación de calidad para todos y universidades de excelencia cuando recortan en personal docente y niegan becas impidiendo a millones de estudiantes poder cursar sus estudios. Recortar en I+D+i, Sr. Rajoy,  no creo que sea una buena medida para abrir Nuevas fronteras para la ciencia y el conocimiento. Y me hace gracia el apartado de españoles en el exterior, a modo de saludo a los cientos de miles de ciudadanos que, jóvenes en su mayoría, han tenido que emigrar para buscarse una vida que su gobierno le niega en su país. Y podríamos seguir hablando de sus medidas de empleo, sanidad, transparencia y un largo etcétera que ustedes han plasmado en un programa de más de 200 páginas y que, repito, falta todo por cumplir (por mucho que lo único que les preocupe sea que unos recién llegado traigan el suyo).

   Pero, en realidad, Sr, Rajoy, el motivo principal de esta carta es para darle yo a usted las gracias. Muchas gracias porque por su patética gestión, su cobardía escondiéndose en las situaciones críticas, su inutilidad para hacer frente a cualquier crisis, su destrucción de empleo y bienestar, su liquidación de la educación y sanidad gratuita o su pasividad ante los desahucios ha permitido que millones de personas hayan dicho basta. Hayan salido a las calles a exigir pan, techo y trabajo, se hayan movilizado para echarles desobedeciendo esa ley con la que intentan amordazarnos. Y es que, como decía Gandhi, "en cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle." (fin de la cita).

   Han sido más de tres años escuchando mentiras y viviendo infinidad de injusticias. Tres años sufriéndoles. Tres años de libertades robadas. Pero se les acaba el tiempo, Sr. Rajoy. En unos meses volvemos a tener la única arma democrática que nos han dejado. Volveremos a ir a las urnas y les vamos a echar, les vamos a derrotar. Y cuando llegue ese día que, le repito, está a la vuelta de la esquina, espero que les quede un mínimo de dignidad y se vayan sin hacer ruido.

Un saludo,

Eneko Carrillo
 

viernes, 23 de enero de 2015

La importancia de marcarse

   "Ye por nun formar parte de la nada". Esta frase sacada de la primera canción que abre el último disco de Skama la Rede quizás sea una buena respuesta a la pregunta ¿por qué te metes en política? A lo largo de estos últimos años he tenido que escuchar comentarios del tipo "no sé por qué te metes en estos fregaos", "no te marques", "mejor mantenerse al margen", ... Vamos, supongo que los que muchos y muchas de nosotros y nosotras hemos tenido que escuchar.

   En el fútbol, el forofo tiende a criticar al delantero por haber fallado un gol o al portero por no parar un balón y, cuando no encuentra víctima en su equipo, todas sus iras van en contra del árbitro por marcar un fuera de juego. El problema es que hemos (o nos han) hecho de la vida cotidiana un partido de fútbol. Estamos delante del televisor criticando a Wert por cargarse la educación pública o insultando a De Guindos por ejercer de Eduardo Manostijeras con nuestra economía. Todo esto desde el sillón de nuestra casa, sin tener la iniciativa de coger el balón y ser nosotros quienes lancemos ese penalty tan importante en nuestra particular final de Champions.

   He oído muchas veces decir a gente la típica frase "a mi la política no me interesa". Esta frase cargada de ignorancia es la que hace, precisamente, que tu gobierno reduzca o te quite el subsidio de desempleo, le impida estudiar a tu hijo, te niegue un tratamiento médico o abandone a tu abuela dependiente. Esta frase es lo que le da más poder a esa gente que únicamente gobierna para unos pocos. Es la que permite que ellos hagan con tu vida lo que les venga en gana. No nos han enseñado, ni hemos querido aprender, lo que es la Democracia. Tenemos la misión de votar cada 4 años a quienes queremos que gestionen nuestra administración y, en consecuencia, nuestras vidas. Misión importante pero insuficiente. Importante porque nuestras vidas, derechos y bienestar depende de esos cargos electos. Insuficiente porque si sólo trabajamos 1 día cada 1000 en vez de los 365 que tiene el año, corremos el riesgo de que quienes hemos elegido, 3 años después de esa elección, hayan olvidado el programa por el que se les votó. Esta insuficiencia es lo que muchos confundís con el "votar no sirve para nada", otro típico e ignaro comentario.

   Tenemos el deber de trabajar día tras día, de ser nosotros y nosotras quienes gobernemos, quienes exijamos a nuestros y nuestras gestores y gestoras un trabajo, un techo, pan. Una atención sanitaria gratuita para todas y todos. La posibilidad de ver como nuestros hijos y nuestras hijas reciben una educación de calidad sin necesidad de tener que empeñar un riñón. Tener una vida digna, sin lujos. Está más que visto que otros no lo van a hacer por ti. En otra ocasión ya he comentado que la Democracia a España no la han traído los Suárez, Juan Carlos o Fraga. La trajeron los mismos y las mismas que a ti te han dado 40 horas semanales de curro y un mes de vacaciones. Esas personas que con su trabajo, lucha y constancia pasaron por encima de los de arriba para conseguir el empoderamiento del pueblo, sus derechos y libertades.

   Y este compromiso no es cuestión de jugar a ministros ni jefes de Estado. Cada una tiene que asumir la parte que le toca y hacer cuanto está en su mano. No hay que cargarse a los hombros mochilas llenas de piedras que nos impidan avanzar, sino una carga ligera que sea la suficiente como para aportar algo y poder caminar con firmeza. Cuenta muchas veces Monedero una fábula de Betinho en la que "el bosque está en llamas y huyen de ellas el poderoso león, el gran rinoceronte, el fiero tigre,... pero un colibrí va hacia el río, recoge agua con su minúsculo pico, y cuando los animales que huían le ven acercarse hacia las llamas y le preguntan ¿dónde vas desgraciado, no ves que te vas a quemar?, el pequeño pajarito les responde voy a hacer mi parte".

   Nuestro bosque está en llamas igual que ardía años atrás. Hubo muchos colibríes entonces que llenaron su pico de agua para apagar aquel incendio y ahora es nuestro deber sofocar estas llamas que nos están apresando. Primero por respeto y agradecimiento a aquellos colibríes que nos construyeron un bosque con árboles de libertad y esperanza. Y segundo porque, el día de mañana, nuestros hijos puedan echarnos en cara que nos hemos equivocado, que elegimos mal el camino, pero nunca que no lo hemos intentado.

domingo, 11 de enero de 2015

La hipocresía frente al terror

   El día del archiconocido atentado en París había escrito una entrada para el blog aunque no la publiqué por no hacerlo en caliente y esperar un poco. Quería reflexionar algo más sobre lo ocurrido.

   Antes de empezar quiero mostrar mi más rotundo rechazo a lo ocurrido en la mañana del 7 de enero en la editorial de Charlie Hebdo. Condeno esta masacre de la misma manera que condeno todo tipo de violencia que atente contra las libertades.

   Sale, como era de esperar, nuestro gobierno repudiando el atentado. Ese gobierno que ahora se le llena la bocona con expresiones como "libertad de expresión" y que se saca de la manga una ley para amordazar a su pueblo. El que vomita "tolerancia" y mata a tiros a 15 personas que intentaban llegar a nado a una tierra en busca de una oportunidad y que niega asistencia sanitaria a los que se "les escapan" en las fronteras. El mismo que pide y aplaude la ilegalización de partidos y el cierre de periódicos. El gobierno que desahucia familias, que desaloja centros sociales. El que cuenta con un ministro de interior miembro del Opus, secta tan tolerante con la libertad de las mujeres y los homosexuales. El mismo gobierno que va a manifestarse a París por los 12 muertos en el atentado y que permite que se muera en su país el mismo número de personas al día, repito, AL DÍA, por negar su tratamiento. 

   He leído y visto portadas, noticias y editoriales de la prensa española sobre el tema. Aún teniendo razón en mucho de lo que expresan me sube un calor por las piernas "p'arriba" al ver que los mismos que firman esas columnas, los que con su pluma claman la libertad de expresión son los mismos que, años atrás, querían "degollar" a la revista Mongolia por utilizar una imagen de la Virgen de la Macarena en una de sus ediciones y casi que condenar a cadena perpetua a los responsables de dibujar y publicar a nuestros actuales monarcas fornicando en la portada de El Jueves. Es la misma prensa que apenas habla de las "muertes" (en ningún caso de asesinatos) en los ataques a Siria, Irak, Pakistán o Afganistán, allí donde las victimas no se cuentan por una docena, sino por cientos y miles. La que le cuesta reconocer al Estado de Israel como asesino. Los mismos que pasan por alto los miles de personas que mueren por culpa de políticas migratorias. La que tachan ahora lo ocurrido en París de ataque islámico mientras que cuando Anders Behring mataba a 77 personas en Noruega por motivos ideológicos y religiosos lo definían como fanático y nunca culparon al cristianismo. 

   Hoy he vuelto a ojear las portadas de los principales periódicos españoles. Todos se hacen eco del llamado terrorismo islámico, de su amenaza y de la manifestación que hoy recorrerá las calles de París. Ninguno se hace eco en esa primera plana de los miles de personas que ayer en Madrid exigía al gobierno un tratamiento que se les está negando a los enfermos de Heptatitis C, enfermedad que, repito una vez más, deja 12 víctimas al día en nuestro Estado. 

   Se habla de combatir el terrorismo islámico. No creo en él como tal, o al menos en esa definición. No es el islam ni la religión quien mata. Son fanáticos. Y si queremos combatir este fanatismo tendremos que, en primer lugar, analizar el origen del mismo, hacer una buena lectura de la realidad y llamar a las cosas por su nombre. No podemos acabar con esta lacra si permitimos que un Estado viole y asesine un pueblo para después ocuparlo. No podemos ir de la mano de quienes invaden y bombardean pueblos buscando algo que años después todavía no sabemos lo que era. Lo que estamos consiguiendo es alimentar ese radicalismo que, a la postre, nos hace convertirnos en dianas de sus ataques. 

   Lo que nuestros políticos y su prensa ha hecho todos estos días es más de los mismo. Utilizan una información sensacionalista, la revisten, la adornan y nos bombardean con ella para sensibilizarnos. El objetivo está claro: desviar la atención de los problemas propios, distorsionar la realidad y apuntar hacia un enemigo ajeno. Y es que toda esta actitud y aptitud gubernamental, la manipulación de parte de la información y la falta de otra, las cortinas de humo, el constante bombardeo de hacernos creer que somos víctimas de a saber qué amenaza exterior es una venda que tenemos en los ojos y que, si no hacemos por quitárnosla, nos impedirá ver que, realmente, lo único que somos es víctimas de nosotros mismos.