miércoles, 3 de febrero de 2016

MOVILIZACIÓN Y DESMOVILIZACIÓN

   Hace prácticamente 5 años de aquel 15 de mayo de 2011, esa fecha en la que nos echamos a la calle exigiendo una democracia real, una política al servicio del pueblo en el que éste debería ser el actor principal. Una efeméride en la que mucha gente que antes dormía entonces despertó y comenzó a hacer política. Probablemente, dentro de unos años, nuestros hijos y nietos estudiarán esos días como el referente de un cambio político eso depende de nosotros.

   A lo largo de los años, hubo un pueblo que se movilizó para conseguir unos derechos que el bunker nos quiere arrebatar en la actualidad. Si miramos a los últimos 50 años nos encontramos con la "Huelgona" de Asturies, apoyada posteriormente por más de 20 provincias del Estado o países como Francia y Bélgica, las movilizaciones universitarias a partir de 1965, la "Huelga de Bandas" en Euskadi entre 1966 y 1967,... y podríamos seguir hasta contabilizar las más de 5000 luchas que se produjeron en los últimos 13 años de vida del dictador. El pueblo, los heridos, los presos, los muertos,... a todos ellos les debemos esta especie de democracia en la que vivimos ahora, esa palabra con la que se atragantan algunos cada vez que la nombran. Los Juan Carlos, Suárez, Fraga y compañía únicamente buscaron una fórmula que permitiera apaciguar la exaltación en las calles mientras ellos no perdían sus privilegios tardofranquistas.

   Mordimos el anzuelo y nos conformamos con unas elecciones, una constitución y una amnistía parcial, quizás algo soñado en su contexto histórico pero insuficiente como se ha comprobado a lo largo de los años. Para este juego, Suárez legalizó los partidos perseguidos durante 40 años, que consiguieron entrar en las instituciones con gran presencia, algo que hizo temblar a inmovilistas y reformistas. Les dejamos hacer y el pueblo, en su mayoría, prefirió ser mero espectador del regreso de la Restauración en la que los Cánovas y Sagasta contemporáneos se turnaban para dirigir ese escenario de confort heredado y controlado a su vez por un jefe de Estado al que nadie eligió en unos comicios. En resumen, esta desmovilización casi total (salvo excepciones contadas) que sufrimos en el último cuarto de siglo XX permitió que lo que iba a ser un paso de gigante para alcanzar ese Estado moderno y maduro se convirtiera en un paso de cien años atrás.

   Y volvemos al punto de partida de esta entrada. A ese 15M, a las mareas, a las marchas de la dignidad, a ese ''que no tenemos miedo''. Habíamos conseguido, como decía al principio, despertar de ese coma en el que nos habían inducido. Estábamos una vez más reclamando nuestros derechos, algunos todavía por conseguir y otros que nos habían arrebatado a lo largo de los años. ''Pan, techo, trabajo y dignidad''. El pueblo volvió a hacer política y conseguimos aumentar nuestra presencia en las instituciones. Habíamos conseguido lo difícil pero nos quedaba aprobar nuestra asignatura pendiente. Volvimos a suspender. Nos volvimos a confiar. Tan rápido como tomamos las plazas las dejamos desiertas creyendo que una vez dentro ya habíamos ganado. 


   Lo bueno de todo esto es que todavía estamos a tiempo. Debemos seguir exigiendo empleo, sanidad y educación pública, que nadie se quede sin casa, encarcelamiento de criminales y delincuentes de guante blanco, ilegalización de partidos corruptos. Con la que está cayendo me parece increíble que no estén las calles a rebosar. Lo que hemos aprendido a lo largo de la historia es que somos más y que tenemos el poder. En el momento en que hemos exigido hemos ganado. Debemos volver a esa movilización para exigirles que se vayan, que les encierren por violar los Derechos Humanos, que devuelvan todo lo que se han llevado y que nos corresponde. Pero también, tan importante o más, es movilizarnos para exigir a los nuestros, indicarles el camino. Recordarles que están ahí sobretodo porque les hemos puesto nosotros y conseguir ser nosotros, el pueblo, los que marcamos el ritmo de la historia. Que nadie nos tenga que reprochar que fuimos unos conformistas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario